miércoles, 12 de septiembre de 2018

El Orinoco se va a a la mar


Agosto y abril son los extremos del Orinoco. En agosto llega a la plenitud de sus aguas en inminente desborde y en abril casi todo el caudal del invierno se ha terminado de ir al mar.
Los extremos no son deseables y no hay río que juegue más a los extremos que este río, hechura de Amalivac para comunicar a los pueblos. Es la leyenda.
Cuando sobrepasa la cota 17.9, acaba con poblados y sembradíos y cuando desciende como en 1923 a menos de dos metros sobre el nivel del mar, es casi imposible la navegación y se puede vadear de una costa a otra saltando entre riscos y bancos de arena.
Al menos es lo que dice el bachiller Ernesto Sifontes en una de sus mono­grafías del año 58: "Según la tradición —escribe—, en 1844 hubo una enorme crecida del Orinoco que subió hasta la cuadra Babilonia... En cuanto al nivel más bajo que conocemos, lo presentó el 23 de marzo de 1923 y fue entonces cuando se cortó, se pobló de playones arenosos con canales entre ellas y de troncos secos que impedían la nave­gación, incluso la de curiaras o cayu­cos, pudiéndose ir de una ribera a otra vadeando los canales o saltando por sobre las pequeñas islas".
Cuando se registra una gran crecida como la de agosto de 2018, es posible que el próximo abril el estiaje sea muy pronunciado, podría llegar a un extremo peligroso y cortar se como en 1923, pero los ribereños no creen en esa posibilidad. No creen que vayamos a un verano severo como el ocurrido en tiempo de la "humareda", 1925 y 1926 que se em­pataron los veranos y marcó la travesía por Guayana del Profeta Enoch,
Lo bueno del río cuando se ha desaguado, cuando todo el tributo de sus afluentes se lo ha chupado el mar, son sus negras piedras monumentales, su cadena de arrecifes y grandes bancos de arena que aquí llaman playones.
El playón célebre ya pasado de moda es el de la Cocuyera donde años atrás se veían además de las lu­ciérnagas alumbrando la noche, ranitas de dos centímetros, patos y cotúas. El playón de la Cocuyera, antes de ser amurallado, se extendía desde la antigua torre del telégrafo hasta los Castillitos que era el antiguo puerto de Los Cocos. Por el lado orien­tal de la ciudad hay otro playón que es el más frecuentado por los bañistas los fines de semana.  incontrolable.
El problema estriba en que no obs­tante ser tan llano como la mejor playa margariteña, tiene algunos pozos  que son como trampas y a los  Defensa Civil colocaba trapos rojos.
El playón de la Cocuyera como la Laja de la Sapoara dejaron de ser po­pulares para la pesca, el baño y los banquetes de sandías, desde  que amurallaron el frente de la ciudad para que en agosto no se metiera al río como tantas veces lo había hecho.
Otras playas o playones de blancas y límpidas arenas son los de Isla Oro­copiche, Playa Blanca frente a playa Chacón en Soledad, los Arenales de Buena Vista y San Rafael, la playita del Degredo y los arenales de Marhuanta.

El playón de la Cocuyera se llamaba antes "La Escollera" porque contiene un escollo pedregoso contra el cual chocó hasta hundirse el vapor "Guaya­na" el 26 de noviembre de 1862. En una crónica escrita  por el bachiller Ernesto Sifontes, observador penitente del Orinoco, decía que el pla­yón de la Cocuyera era como la ante­sala de Ciudad Bolívar: "Viniendo de Soledad por lancha, es el playón la pri­mera tierra guayanesa que se pisa, y si es tiempo de río seco, como lo es ahora, la impresión que el viajero re­cibe es gratísima, dados la blancura del paisaje y lo majestuoso de ese de­pósito de arena reluciente, particular­mente si es en noche de luna llena. Tiene también su parte en deportes de juegos atléticos entre muchachos, e igualmente cuando, en las noches de luna clara, partidas de gente joven se congregan allí a comer las ricas pati­llas de la estación y en otras inspiracio­nes del dios Eros". (AF)

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