La Capilla de la Cruz del Perdón ha sido
visitada este año por las aguas del Orinoco que busca sus antiguos predios
milenarios y se encuentra con una ciudad que hace más de 250 años comenzó a
disputarle sus riberas.
Parte
de esa ciudad en crecimiento, es esa Capilla a la orilla del Río levantada,
precisamente, por una de las damnificadas de sus aguas que parecen sublevarse
cada cincuenta años.
Antes que la Capilla, había allí, entre
piedras, una cruz de fleje, hecha por una mujer en el momento que veía a su
hijo que lo llevaban junto con otros reclutas a bordo de un vapor en tiempos
del General Vicencio Pérez Soto, a combatir las guerrillas de Emilio Arévalo Cedeño
que desde Colombia había cruzado la fronteras por el Amazonas para combatir la
Dictadura de Juan Vicente Gómez.
Ahora,
en vez de una Cruz de Fleje, existe una de madera, traída por otro recluta, José Vicente Iriarte
(a) ªTamarindoª en una de las
incursiones militares por alguna extinguida misión capuchina del Caroní.
La Capilla fue erigida en la década de
1930 por la culisa Julia González, lavandera del río y devota de la Cruz. Todos
los años recogía de puerta en puerta para sus fiestas en Perro Seco y Santa Ana
y un día en que el desbordamiento del río amenazaba con llevarle su casa,
formuló la promesa de la Capilla a cambio de librarse de la damnificación como
en efecto por milagro quedó librada y “en
un 3 de mayo, entre orquídeas trinitarias, con lirios ramos de
penacho-de-guzmán, con coronillas y resedá, amapolas berberías, levantó el
altarcito oloroso e iluminado” escribió la poeta Luz Machado en una crónica
publicada en el diario El Nacional de Caracas.
Una de las Cruces populares más antiguas que se
conocen en Venezuela es la Cruz del Perdón de Cumaná que según recopilación de
Isidro Cedeño, estuvo asociada a la leyenda según la cual una mujer condenada a
la horca por un crimen que se le imputaba, se aferró tan fuerte a la Cruz
cuando fue conducida al suplicio que fue imposible que los soldados pudieran
arrancársela. La desgraciada mujer debió ser perdonada y desde aquel día todo
condenado que lograba abrasarse a la cruz quedaba liberado.
Esa cruz permaneció muchos años en el
sitio que en Cumaná así se llama: “Cruz del Perdón” y fue bendecida el primero
de enero de 1772 por el Vicario Superintendente Antonio Patricio Alcalá, con el
objeto de levantar allí una iglesia.
De Cumaná se extendió a otros lugares de
Venezuela, la devoción por la Cruz del Perdón, incluyendo a Ciudad Bolívar que
le erigió una Capilla en el Paseo Orinoco, donde le hacen su fiesta típica todo
el mes de mayo. (AF)
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