lunes, 20 de agosto de 2018

Las Toninas del Orinoco


        
Antiguos delfines marinos que para sobrevivir se mudaron al Río Padre, se proveyeron de otros mecanismos biológicos y adoptaron distintas formas de vida.

      Frecuentemente veía que las toninas pasaban frente a Ciudad Bolívar como ocultándose tímidamente bajo la superficie del Orinoco, mostrando apenas su lomo pardo o verdoso y preguntaba en silencio no sé a quién cuándo tendría la ocasión de apreciarlas en toda su dimensión vital, hasta que un buen día de mayo o junio, sorpresivamente, encontré tres varadas en la playa oriental de la Isla Panadero.
      Navegaba solo, probando una lancha de madera revestida de fibra de vidrio que procedente de Cumaná me había traído un hermano. Lamenté entonces no haber llevado consigo la cámara fotográfica, compañera  en mi oficio de periodista. Las tres toninas estaban allí frente a mí, a muy corta distancia, alzando su infantil y picuda cabeza, como suplicando un milagro de salvación.
      No podía hacer nada por sacarlas de aquel atolladero precedido de una oculta y grande fosa como trampa de la que tenía referencias por un viejo pescador soledadense llamado Corocoro.
      De manera que preferí aguardar antes de dar la alarma, confiado en la pleamar que en el estuario suele represar al Orinoco o en la circunstancia de estar el río saliendo del estiaje pues era tiempo de lluvia en las cabeceras.
      Regresé al día siguiente, preparado para la sorpresa fotográfica, pero ya no estaban. Efectivamente, la pleamar y el flujo fluvial hicieron levantar el nivel del Orinoco unos centímetros y ellas, forzando un poco su pesada pisciformidad, volvieron a su dinámica sumersión.
      Desde la infancia escuché con asombrosa atención a los viejos pescadores hablar de las toninas como grandes cetáceos amigos. Ellas eran el reverso de las ballenas y cachalotes predispuestos a engullirse a cualquier ser humano atravesado en su curso, mientras que la tonina se ofrece generosamente para conducirlo hasta la orilla en caso de naufragio.
      Y no son cuentos de pescadores o viejos lobos de mar. Plutarco, el gran historiador griego, pintaba a ese delfín como modelo de vida altruista, capaz de dar la vida por sus congéneres, y el astrónomo italiano Galileo Galilei, escribió episodios de marinos rescatados por delfines.

      Y es que estos cetáceos mamíferos son delfines o, por lo menos, hermanos de los delfines, aunque los orientales como los guayaneses prefieran llamarlos toninas.(AF)

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